Un arquitecto tiene que viajar hasta Los Angeles antes de que nazca su primogénito. Debido a varias circunstancias accidentadas, viajará en compañía de un aspirante a actor bastante extravagante. El resultado es una road movie en la que dos desconocidos recorren un buen puñado de kilometros para llegar a su destino que no es otro, que el dejar de ser tan desconocidos y conseguir llamarse amigos.
Todd Phillips no me ha convencido en sus anteriores trabajos que conozco. Ni Starky y Hutch (2004) ni The Hangover (Resacón en Las Vegas, 2009), me parecieron más que comedias olvidables. Con ésta nueva película me encuentro otra vez en el territorio de un humor que no me convence, voy a tener que admitir que el humor de este director no va conmigo, y una historia que no está mal del todo.
Al final me lo paso bien con las correrías de los personajes interpretados por Robert Downey Jr y Zach Galifianakis, tan diferentes uno del otro, pero que mantienen un buen tono general al relato, con escenas hilarantes y otras nada reseñables. Me gusta más la relación entre ellos que la comedia disparatada que a veces asoma con más fuerza que el resto de sus intenciones.
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