Cuando falleció José Luis López Vázquez, fue uno de los títulos que leí destacado en alguna de sus necrológicas. Ahora que la he visto, confirmo que es una película para olvidar de las muchas que interpretó.
Un directivo importante de una empresa, que ha llegado hasta arriba trepando, consigue sus ascensos laborales gracias a que su mujer se ha acostado con alguno de sus jefes. Esa es la trama, pero lo curioso es comprobar de que manera Pedro Lazaga, la cuenta en imágenes. José Luis López Vázquez, busca más una madre que una esposa y así está casado con Conchita Velasco (todavía no era Concha). Es un cabrón como jefe, una nulidad como esposo y no puede dejar de sentirse atraído por las mujeres con buenas tetas ya que su esposa es muy guapa pero no tiene una buena delantera. No importa, él es fiel, y ni se imagina que su mujer le ha puesto la cornamenta de vikingo y de cornudo. Tan rara en su desarrollo como otra película que comenté hace poco por aquí.
En fin, no sé como contarlo, pero es divertido ver la escritura cinematográfica de Lazaga, con distintos tonos, tal vez buscando ser moderno y quedando ridículo. Hay ejemplos de sobra durante toda la película de sus alardes con la cámara y el guión. No oculto que me interesa mirar lo que hay detrás de la historia, de observar los escenarios, la decoración de las casas, comprobar como era Madrid en los setenta, quedarme boquiabierto con la ropa de las chicas (Concha Velasco lleva algún modelito indescriptible) y avergonzado con el tono moral de la trama. No es de extrañar porque fue estrenada en 1972 y arrastra obsesiones, carencias y particularidades de la sociedad española de entonces.
Un directivo importante de una empresa, que ha llegado hasta arriba trepando, consigue sus ascensos laborales gracias a que su mujer se ha acostado con alguno de sus jefes. Esa es la trama, pero lo curioso es comprobar de que manera Pedro Lazaga, la cuenta en imágenes. José Luis López Vázquez, busca más una madre que una esposa y así está casado con Conchita Velasco (todavía no era Concha). Es un cabrón como jefe, una nulidad como esposo y no puede dejar de sentirse atraído por las mujeres con buenas tetas ya que su esposa es muy guapa pero no tiene una buena delantera. No importa, él es fiel, y ni se imagina que su mujer le ha puesto la cornamenta de vikingo y de cornudo. Tan rara en su desarrollo como otra película que comenté hace poco por aquí.
En fin, no sé como contarlo, pero es divertido ver la escritura cinematográfica de Lazaga, con distintos tonos, tal vez buscando ser moderno y quedando ridículo. Hay ejemplos de sobra durante toda la película de sus alardes con la cámara y el guión. No oculto que me interesa mirar lo que hay detrás de la historia, de observar los escenarios, la decoración de las casas, comprobar como era Madrid en los setenta, quedarme boquiabierto con la ropa de las chicas (Concha Velasco lleva algún modelito indescriptible) y avergonzado con el tono moral de la trama. No es de extrañar porque fue estrenada en 1972 y arrastra obsesiones, carencias y particularidades de la sociedad española de entonces.
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