He leído alguna que otra autobiografía de directores o actores y nunca me lo había pasado tan bien cómo con esta de Alfredo Landa.
Marcos Ordoñez recogió las conversaciones en 25 cintas de casette de noventa minutos cada una y las traspasó al papel tal y como si el lector estuviera escuchando a Landa en directo. No parece que haya un filtro (que lo habrá) en lo escrito ni tampoco parece que Landa se haya contenido al relatar los pormenores de su vida y dar su opinión sobre los que le han rodeado.
Esa es la parte más jugosa del libro. Landa sin pelos en la lengua, con sinceridad y siempre diciendo que son sus opiniones, da su visión sobre las personalidades que ha conocido en su carrera cinematográfica. Critica sin miramientos a actores cómo Tony Leblanc, Manolo Gómez Bur, Gracita Morales, Fernando Fernán-Gómez, Juanjo Menéndez; productores cómo José Luis Dibildos y José Frade; y directores cómo Pilar Miró, Mario Camus. Luis García Berlanga o Jose Luis Garci. Acostumbrado a la lectura de autobiografías asépticas en las que no se suele hablar mal de casi nadie, es un placer y un divertimento, ver cómo no se corta al dar sus opiniones subjetivas, con anecdotas de todo tipo y sin importarle que de los criticados hayan sido sus compañeros de profesión.
También es cierto que eso no es lo único bueno de este libro. Landa también reparte elogios con los que a él le parece que son merecedores de ellos: Miguel Mihura, Concha Velasco, José Sacristán y muchos otros. Eso es lo que me gusta del libro, que se ve a Landa en estado puro, que opina tal cual lo siente y aunque después de la publicación del libro muchos le habrán dicho eso de "calladito estás más guapo", a mí como lector e interesado en el cine español, me parece un libro de lectura imprescindible te caiga bien o mal Landa.
Porque la verdad es que ha hecho mucho cine penoso y se ha utilizado su apellido, el landismo, para denominar a una serie de películas a cual peor; cine del que él reniega en su mayoría; pero le considero un gran actor de carácter con un buen puñado de películas interesantes que no se merecen el olvido por el resto. Una lista de lo bueno que ha hecho Landa podría ser la siguiente; Atraco a las tres (su debut en el cine), La niña de luto, Ninette y un señor de Murcia, El puente, Las verdes praderas, Paco el seguro, El crack, El crack dos, Los santos inocentes, La vaquilla o El bosque animado entre otras. La verdad es que a mí hasta en sus películas malas me parece un buen actor y recuerdo muchas de sus buenas interpretaciones en bodrios infumables. Creo que se nota que siempre le ponía ganas y eso traspasa en la pantalla.
Luego está que la lectura de este libro me ha hecho descubrir facetas de Landa que desconocía, como su extensa trayectoria en el teatro, su descomunal memoria o su amor al trabajo de actor. Por último no pasa de puntillas sobre todo tipo de asuntos relativos a su carrera, desde su lapsus en la entrega del Goya honorífico, las desavenencias con José Luis Garci, el premio compartido con Paco Rabal en Cannes o la infinidad de películas lamentables que rodó a lo largo de su carrera.
Las ideas políticas de Alfredo Landa no las comparto y además las repudio, pero eso no está reflejado directamente en el libro, cosa que se agradece. Es un libro sobre el teatro, sobre el cine y sobre la trayectoria profesional de un actor unido para siempre a la historia del cine español.
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