El debutante Nick Tomnay parte de su cortometraje para estrenarse con este thriller terrorífico en el que el cazador acaba cazado en la casa de la presa. Con esto no creo que cuente mucho más de lo que cualquier espectador que haya visto el trailer o leído alguna reseña, ya haya podido averiguar por sí solo.
En su prólogo y primera parte, la función va de maravilla, con un clima intenso de tensión entre el fugitivo y el anfitrión que le acoge en su domicilio mientras esperan a que sus amigos acudan a la cena que ha preparado. Lástima que no consiga sacarle partido a la situación creada y entre escenas equivocadas (la visualización de los invitados imaginarios, los flashbacks inoportunos y la salida de la casa hacia los investigadores policiales) y un guión que flaquea, todo acabe no siendo más que un film fallido que ni causa inquietud ni tampoco consigue agarrarme por las solapas del miedo.
De destacar algo, aparte de su buen inicio y la elegancia de la puesta en escena, es que David Hyde Pierce está francamente soberbio dentro de la piel de esa personalidad enferma que desde su aparición coge absolutamente las riendas de lo que, a la postre, resulta ser una historia floja que no acaba por cubrir mis expectativas.
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