Cuando a Diego le deja la novia la noche antes de su boda, el mundo se le cae encima. Menos mal que cuenta con la ayuda de sus dos primos, con los que decide que es hora de hacer algo diferente como irse los tres al pueblo dónde hace años veraneaban e intentar que el novio abandonado recupere al antiguo amor nunca olvidado.
En un pase previo para bloggers veo la última película de Daniel Sánchez Arevalo que se estrena este próximo viernes. Es su tercer largometraje, después de Azuloscurocasinegro y Gordos. Una obra que situaré, en cuanto a mis preferencias. entre una y la otra; mejor que la segunda pero no superior a su premiado debut.
Los tres primos del título se presentan en un divertido prólogo y allí se dibuja la personalidad de cada uno de ellos. Daniel (Quim Gutierrez) es romántico y frágil en sus relaciones amorosas, José Miguel (Adrián Lastra) se encuentra protegido por fármacos para afrontar sus miedos enfermizos; y Julián (Raúl Arévalo) es el más lanzado y con más ánimos para pelear por la vida. También intervienen otros actores como Antonio de la Torre, Imma Cuesta o Clara Lago, con la llegada a la localidad de Comillas dónde transcurre casi todo el metraje.
Es en las relaciones entre los personajes, en esa mezcla de ternura, compadreo, amor y ganas de divertirse, dónde más a gusto me siento con lo que la película cuenta. Lástima que la trama se disperse en narrar varias cosas a la vez, con lo que cada uno de los personajes tiene una subtrama que me hace perder interés durante bastantes minutos. Lastre que queda superado en la parte final, cuando se va resolviendo el guión y aparecen mis escenas preferidas.
Porque Primos no es únicamente una comedia con la que reírse. Tiene buenos gags pero a mí me gana en las escenas intimistas, en esa visión de las fiestas del pueblo tan reconocibles (orquesta, banda, fuegos artificiales, feria y "Paquito el chocolatero"), en que los personajes ganan en hondura cuando se les permite explicar su forma de ser y no se recurre a tópicos; y en un bonito final que no por esperado me deja de agradar.
Con eso elogios mis peros se disuelven al final de la proyección y consigo obviar un papel tan poco creíble como el de José Miguel con sus miedos y traumas; mientras que me quedo en como encandila a la cámara la belleza de Imma Cuesta, las lágrimas de Quim Gutiérrez y el desparpajo (para mí lo mejor del film) de Raúl Arévalo. Un canto a la amistad que también se puede trasladar al empeño del director en seguir rodando con sus actores fetiche. Por lo visto, trabajar juntos le sigue funcionando.
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