En 1988 el director John Waters estrenó Hairspray que luego fue adaptada a Broadway como musical. Ahora ha vuelto a rodarse una nueva versión para cine dirigida por Adam Shankman y que para quién conoce la versión teatral se trata más de un remake del film de Waters que de una readaptación del musical. He visto ambas películas y la verdad es que tienen muchos puntos en común.
Hairspray, versión 1987, hereda el espíritu musical de la primera versión, el ambiente de los años sesenta, los rítmicos bailes y la defensa de los raros y oprimidos de la sociedad, ya sea la protagonista obesa o los negros a los que no se permite su integración. Visualmente las dos películas son brillantes y la parte musical de ambas, es lo que más me gusta. Pero si tengo que escoger entre una u otra me quedo con la de John Waters, un director que creó un film rompedor y más interesante que esta versión del siglo XXi aunque ahora goce de las interpretaciones de Michelle Pfeifer y John Travolta, éste último emulando con mucha similitud la voz de Divine y cuya caracterización ha sido el argumento publicitario más usado para la llamada del público a las salas de cine.
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